Naranja 🍊


 En los tiempos antiguos, en el mágico reino egipcio, surcaba los campos una pequeña gatita llamada Naranjita. Su pelaje brillaba con colores radiantes, como el resplandor del sol sobre las arenas del desierto. Un día, la diosa Bastet, cautivada por su gracia, le otorgó dones divinos.


Naranjita, ahora imbuida de poderes celestiales, se convirtió en la guardiana de los templos sagrados. Su mirada, llena de misterio, guiaba a los adoradores hacia la senda de la sabiduría. Con cada ronroneo, tejía hechizos que protegían al reino de las sombras.


Elevada al estatus de diosa felina, Naranjita recibía ofrendas de leche y joyas. Su leyenda se tejía en jeroglíficos que narraban cómo una sencilla gatita se transformó en la protectora divina de Egipto. Las noches resonaban con su suave maullido, un recordatorio eterno de su ascenso de compañera a divinidad.


Así, Naranjita, la gatita de colores radiantes, se convirtió en una deidad venerada, dejando una huella eterna en los anales del reino egipcio.

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