Sonrisa

 






Había una vez en un rincón mágico del universo, una agatita peculiar llamada Narajtita. Su suéter de rayas brillaba con colores tan vivos que iluminaban cualquier lugar donde iba. Narajtita, con sus ojitos curiosos, se lanzaba a la aventura cada día, explorando el mundo con una sonrisa.

Un día, mientras brincaba por el prado de chispas de estrellas, encontró a un conejo parlante llamado Saltarín. Este sabio conejo le dijo: "Narajtita, la alegría está en cada brinco, y la vida es un suéter de rayas que tejemos con nuestras risas". Inspirada por estas palabras, Narajtita decidió emprender una búsqueda para encontrar la fuente de la risa eterna.

En su viaje, se encontró con la Cometa Risueña, quien le dijo: "Narajtita, la risa verdadera nace cuando compartes tus saltos con amigos". Entonces, Narajtita y la Cometa Risueña comenzaron a brincar juntas, dejando un rastro de risas que pintaba el cielo de colores alegres.

En su travesía, Narajtita también conoció al Sabio Bufón, un búho que siempre llevaba un sombrero extravagante. El Sabio Bufón le dijo: "Querida Narajtita, la vida es como una función cómica, y tú eres la protagonista de tu propia comedia". Animada por estas palabras sabias, Narajtita continuó su viaje con más brincos y risas.

Finalmente, después de muchas aventuras y risas compartidas, Narajtita entendió que la verdadera fuente de la alegría está en disfrutar cada momento, abrazar la amistad y tejer su suéter de rayas con los hilos de la risa y la felicidad.

Y así, Narajtita regresó a su rincón mágico, donde cada brinco suyo hacía florecer flores de colores y cada risa pintaba el cielo de un resplandor celestial. Su suéter de rayas se convirtió en un símbolo de alegría para todos los habitantes del universo, recordándoles la importancia de brincar, reír y compartir la magia de la vida. Y así, la historia de Narajtita se convirtió en un cuento célebre que se contaba de estrella en estrella.

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